dissabte, de juny 19, 2010

Carta enamorada a Venezuela



Estas son unas letras escritas en una ajada computadora en la parte vieja de Estambul. Recién llegado de Valencia. Rumbo a Caracas. Desde mi Mediterráneo natal hacia mi Caribe querido. Palabras en ruta, impregnadas de lágrimas. Y de esperanza.

Mis manos y mi mirada sienten viva la tristeza por las familias de los nueve mártires. Aquellos que dieron su vida por la libertad, la libertad de todos. Con la memoria herida al recordar a Cevdet Kiliçlar, periodista asesinado en la noche más negra por los comandos de Israel. Pude haber sido yo. Pudo haber sido cualquiera. Mas fue él. Su sangre digna abre el camino. El mismo sendero que Venezuela ya caminó, murió y vivió en 1989 y 2002. Son los mismos muertos que no mueren. La misma utopia y el mismo Diós que nos guía y camina junto a nosotros.

Los caminos se encuentran. En el Mavi Marmara, en lengua turca, árabe o inglesa, se hablaba de Venezuela y de América Latina. Y desde la Flota de la Libertad se transmitía hacia América. El Sur le habla al Sur, de igual a igual, con la clara nostalgia de una familia que hace ya demasiado no se encontraba. Venezuela, su pueblo y su presidente son enormemente respetados. Los nombres de Cuba, Argentina, Bolivia y Brasil resuenan también, cada vez más alto, por mares lejanos.

Ahora de vuelta a mi nueva tierra. Venezuela. Tierra libre. La de aquella rebelde y martirizada Caracas y la de aquel humilde y denostado barrio del Guarataro. Hogar de Aquiles Nazoa. Mi hogar. Es aquí donde volví a nacer. Un palestino en Valencia me lo hizo entender. Yo he nacido tres veces: la primera de mi madre y mi tierra. La segunda en Venezuela que me dió un camino y una casa. La tercera en el Mavi Marmara, junto a ochocientas personas de todo el mundo. Dirección Palestina. En ruta a la Libertad.

Cuando nací, nunca imaginé que el presidente del país donde viviría alzaría su voz de manera tan contundente contra la injusticia. Y lo hizo. Este es el país en el que su Asamblea Nacional condenó la masacre. Es desde aquí desde donde el presidente de Telesur partió para encontrarse con mi madre y conmigo. Y donde todos sus trabajadores se movieron por mi libertad. Es el lugar donde TVES, VTV, Ávila TV y Vive confiaron en mi trabajo cuando solo era un forastero viviendo en un barrio. Esta es la nación cuyos movimientos y su sociedad han levantado una nueva América y extendido la esperanza en el mundo. Tienen que saberlo. Con todos los errores y con todos los problemas, que tendremos que combatir más que nunca, Venezuela es ejemplo e impulso. Para todos y para todas.

La libertad se conquista ahora y siempre. Tengo que hacerles saber que gracias al sacrificio de la Flotilla las fronteras de Gaza se han abierto. Y gracias a Venezuela y sus relaciones exteriores, gracias a mi amada y sus amigos, hoy el cineasta palestino Emad Badwan y su mujer, la canadiense Eva Bartlett, han podido salir de la Franja y se encuentran libres en nuestra Venezuela. Ahora, ellos pueden iniciar una nueva vida. Como yo. Como todos y todas.

Solo me queda recordar las palabras del cubano-valenciano José Martí.
“Deme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo”.


David Segarra. Documentalista valenciano, fundador de Guarataro Films y colaborador de Telesur, TVES, VTV y Ávila TV.






Fotos: Emad Badwan y Eva Bartlett

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